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Historia

La Finca Monte Alto es una de las históricas de la provincia de Valladolid, de la época de los monasterios, cuando la Orden del Císter llegó a España trayendo también la cultura del vino. Precisamente de esta orden religiosa, muy cerca de la Finca, en San Bernardo, está el Monasterio de Santa María de Valbuena. Después, con la desamortización de Mendizábal pasó a manos del marqués Alonso Pesquera uno de los grandes terratenientes de la zona.

Fue en el año 1981 cuando el matrimonio de Manuel Esteban Casado y Mª Ángeles Martín de la Rosa compraron la finca Monte Alto que cuenta con una ubicación excepcional, entre Valbuena y Pesquera de Duero. Tuvieron una visión clara de convertir esta finca agrícola ganadera en una finca vitivinícola donde podía dedicarse a elaborar vinos de grandísima calidad.

Manuel Esteban Casado fue un gran emprendedor, presidente del Real Valladolid y presidente de la Asociación de Cazadores y Pescadores de Valladolid, también estuvo muy involucrado con el deporte universitario. El mundo del vino siempre le había gustado y transmitió a su familia la ilusión por esta actividad. Tras algunas experiencias se plantaron en 1987 una veintena de hectáreas de la variedad tinto fino.

Su hijo Manuel Esteban Martín recuerda… nosotros empezamos a venir los veranos cuando yo tenía cuatro años. Poco a poco ese apego por el campo fue calando en mí y en mis hermanas Susana y María Ángeles. Con 18 años comencé la carrera de ingeniero agrónomo, mi hermana que tiene dos años más que yo, había empezado también la carrera. Mi padre fue un visionario y entendió desde el principio que había que escuchar y aprender de los profesionales, personas que llevaban mucho tiempo en la zona, de Pedrosa, de Valbuena… viticultores de toda la vida, se dejó aconsejar y se recorrió la Ribera del Duero buscando clones diferentes de Tempranillo. Ese trabajo y asesoramiento es una de las claves de la buena planta que tenemos hoy en día.

La primera añada de Montebaco Crianza se presenta en 1994, con una producción de 33.000 botellas, un vino clásico de la Ribera… yo tenía unos 17 años y me acuerdo sobre todo de la ilusión de la familia, de tener el vino, de compartirlo con amigos y familiares. Es ahí donde me empezó a entrar la afición por el mundo del vino, el campo y la agricultura. Eran buenos veranos… de forma muy natural nos involucramos en el proyecto porque realmente nos apasionaba.

César Muñoz dirigió la dirección técnica desde el año 1997 y fue clave para el crecimiento del proyecto siempre con una clara apuesta por la excelencia. Actualmente las riendas de ese buen hacer las lleva Patricia Benítez.

Son las personas, el cariño y esfuerzo con el que se trabaja, la situación, la selección de clones de Tempranillo viejo de la zona y el trabajo de los comienzos, lo que da la calidad de nuestros vinos.

Actualmente es una bodega con un buen diseño: espaciosa y equipada con tecnología enológica avanzada. Todo ello en un edificio rehabilitado de una sola planta que albergó en otros tiempos la vaquería y varias de las dependencias agrícolas de la explotación.

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